Mi familia internacional

La típica familia española es muy grande, muy unida y muy ruidosa. Mi madre, por ejemplo, tiene tres hermanos y dos hermanas, de modo que tengo muchos tíos y muchos primos. Cuando nos reunimos todos, por la Navidad o para celebrar un cumpleaños o un bautizo, llenamos todo el restaurante. Todos hablan a la vez, se ríen, cuentan chistes y es muy difícil hablar, de verdad.
Me llamo Isabel y soy de Madrid, pero mi familia es de todas partes, porque mi abuelo ha nacido en Salamanca, la ciudad donde está situada la Universidad más antigua de España. Su familia ha sido muy pobre y solo ha tenido dinero para pagarles los estudios a dos de sus ocho hijos. Uno de ellos, que es mi abuelo, es un abogado muy bueno y el otro, mi tío abuelo, es médico. Mi abuelo es un hombre serio y callado. Y muy educado también, a pesar de ser de una familia de campesinos. Mi abuela es todo lo contrario, quiero decir que habla mucho, es muy enérgica y viva. Es de Andalucía, tierra del flamenco y le gusta bailar las sevillanas. Es muy morena, pero ahora, que tiene 65 años, tiene el pelo completamente blanco y lo lleva muy corto. Es maestra, pero nunca ha trabajado, porque ha estado siempre con sus hijos.
Mi madre no es muy alta, de pelo rizado y ojos negros, una auténtica española. Tiene una hermana gemela, mi tía Conchi. Sabemos que son muy parecidas de cara y figura y muy distintas de carácter, pero gente que no las conoce las confunde siempre.
Mi padre es danés. Una vez ha venido a España de viaje y se ha enamorado de mi madre. Se ha quedado a vivir aquí y se ha casado con ella. Ha tenido mucha suerte en encontrar un buen trabajo en España: es director de una empresa especializada en exportaciones. Es alto, muy rubio, de ojos azules y piel blanca: claramente ha nacido en el norte de Europa. Es además muy tranquilo, pero se lleva muy bien con sus parientes españoles. A veces vamos a Dinamarca a visitar a los abuelos paternos que nos quieren mucho. Siempre nos preparamos bien antes del viaje, para poder hablar con ellos.
En España, casi todos los fines de semana vamos en tren a Málaga a casa de los abuelos. Aunque viven solos, han comprado una casa grande y luminosa para todos nosotros. Disfrutamos mucho de este pasatiempo.